Aunque la reunión de Enniskillen dio lugar a una posición política global del G8, no se vio acompañada de muchos resultados políticos inmediatos. La consecución de resultados tangibles no se vio favorecida por la diversidad de cuestiones que requieren una respuesta urgente: el conflicto en Siria, el comercio, la evasión fiscal, la transparencia empresarial, así como otras preocupaciones como la lucha contra la pobreza, la lucha contra el terrorismo y el mantenimiento de la todavía frágil recuperación económica. La consecución de un consenso se vio aún más perjudicada por las persistentes diferencias en las estrategias de seguridad económica defendidas por los distintos países del G8. Como era de esperar, el resultado fue un comunicado del G8 escaso en cuanto a medidas detalladas de crecimiento, lo que demuestra que el objetivo inmediato de los Estados es encontrar nuevas formas de llenar las mermadas arcas públicas.